lunes, mayo 12

POR UN NUEVO PARADIGMA EDUCATIVO. Post 2. Las emociones elementos claves para el proceso de aprendizaje

POST 2. Las emociones elementos claves para el proceso de aprendizaje.



¿Qué papel juegan las capacidades de análisis, síntesis, en el  trabajo? ¿Qué papel juegan la ira, el miedo, la euforia o el amor?

Siguiendo con las investigaciones realizadas en el campo de las emociones me quedo con una frase de A. Damasio, un referente en el campo de las neurociencias, que entre otras cosas en sus estudios no dice que: “los procesos emocionales y cognitivos son inseparables” en definitiva emoción y razón son inseparables.

La importancia de esta afirmación sienta las bases en algo tan complejo y difícil como es la de tomar decisiones, si no hay un equilibrio entre emoción  y razón la decisión que tomemos puede quedar condicionada o bien por la emoción o bien por exceso de razonamiento, y esto nos puede impedir alcanzar nuestro objetivo.

 Os imagináis a ese niño/a que tiene que estudiar un examen y le genera ansiedad, o aquel alumno/a que se le pide  una tarea por encima de sus capacidades o al alumno/a que se aburre en clase porque las tareas que le pedimos están muy por debajo de ellas o de aquellos alumnos/as que se presentan a un examen y el miedo o la ansiedad les bloquea, y podríamos seguir con muchos otros casos que están en la mente de todos. ¿Creéis que estos alumnos/as sin capacidad para gestionar la parte emocional, rendirán adecuadamente? ¿No creéis que la emoción actuará antes que la razón y de esta forma puede caer en un secuestro emocional? Y al contrario si interviene antes la razón que la emoción, ¿que podría pasar?, lo vamos a ilustrar con un ejemplo.

Hay una anécdota excelente relacionada con Charles Darwin que sirve para ilustrar esta idea. Darwin tenía una mente tan analítica que incluso llegó a plantearse el amor como una cuestión científica. En 1838, dos años después de haber regresado a Inglaterra tras su épico viaje a bordo del Beagle por el Cono Sur, durante el cual realizó las observaciones que le permitirían sentar las bases de la teoría de la evolución, Darwin se planteó qué hacer con su vida: ¿buscaba una mujer y se casaba? ¿O mejor se consagraba a la investigación científica? Entonces este naturalista tenía 28 años y para tomar una elección cogió una hoja de papel que todavía se conserva, trazó dos columnas y en la de la izquierda escribió la palabra "casarse" y anotó todos los argumentos que se le ocurrieron a favor del matrimonio. En la de la derecha, listó todas las ventajas de la soltería.

Las razones que el padre de la evolución arguyó eran curiosas. Por ejemplo, para desestimar casarse apuntó cosas como "quizás discutir", "menos tiempo para conversar con hombres inteligentes", "tener que hablar con la familia de ella", "no poder leer por las tardes" o "menos dinero para libros". Y a favor, "hijos" o "compañía constante y amistad en la vejez". Tras revisar la lista, acabó concluyendo que si bien una boda supondría "cosas buenas para la salud de uno", era también "una pérdida terrible de tiempo". Así es que decidió que lo mejor sería... comprarse un perro

Sin embargo, lo que no podía sospechar Darwin era que poco le iba a durar aquel convencimiento. Semanas después su cerebro le iba a jugar una mala pasada. Al cruzarse, quizás por fortuna, quizás por poca fortuna, con su prima hermana Emma Wedgewood, Darwin se enamoró perdidamente, a pesar de haber decidido concienzudamente que el matrimonio no iba con él. Emma se convirtió en el gran amor de su vida y con ella tuvo nada menos que 10 hijos. Al cabo de los años, incluso escribió un libro en el que trató de explicar con ojos de científico tal misterio, el misterio del amor.

La frialdad con la que Darwin colocó los argumentos en una balanza era más superficial que real. Y es que las decisiones, a diferencia de lo que se solía pensar hasta hace poco, no se rigen exclusivamente por las leyes de la razón y la lógica, una emoción tan potente como el amor le llevo a otras decisiones que en otros momentos fueron impensables.

Estudios realizados por la Fundación Botín en 2008 entre más de 500.000 estudiantes demuestra que cuando trabajamos las emociones en el aula aumenta el rendimiento académico, la motivación, mejoran las relaciones y la disciplina, por lo que no dudamos en pensar que la educación emocional no solo es un camino, es también una necesidad incorporarla al aula, con el objetivo de convertir el aprendizaje en experiencias positiva, donde nuestros alumnos/as disfruten de su proceso educativo.


¿Sabiendo todo esto que necesitamos para incorporar la educación emocional al aula?

No hay comentarios:

Publicar un comentario