La
pregunta básica para entender cómo funciona la Inteligencia Emocional y sus
diferencias con la Inteligencia Académica es, según Goleman:
“¿Cómo una persona
tan evidentemente inteligente pudo hacer algo tan irracional, tan absolutamente
estúpido? La respuesta es: La inteligencia académica tiene poco que ver con la
vida emocional. Las personas más brillantes pueden hundirse en los peligros de
las pasiones desenfrenadas y de los impulsos incontrolables; personas con un C.
I. elevado pueden ser pilotos increíblemente malos de sus vidas privadas”
(Goleman, 1996, p.54).
Un
contexto escolar favorecedor del desarrollo personal del alumno estimula la
autonomía personal, favorece el planteamiento de metas, ayuda al desarrollo de
conductas prosociales, y a la capacidad de vinculación y de compromiso, fomenta
las relaciones cooperativas, entre otros efectos.
¿Qué
estamos haciendo al educar sólo en el desarrollo intelectual del alumno?, ¿por
qué nos empeñamos en crear un contexto escolar que frene el desarrollo personal
del alumno o pasivo en este aspecto?. Este modelo sólo despliega sentimientos
de incompetencia, estimula el conformismo, pone la importancia en los déficits
y las necesidades, genera el desapego y la falta de compromiso. ¿Es el abandono escolar un fracaso del
alumno, una falta de adaptación de éste al mundo educativo o un fracaso del
propio sistema social y productivo?
Si entramos en una habitación a oscuras, la luz de una vela sólo nos dejaría ver una milésima
parte de lo que hay en la sala. ¿Hasta qué punto nos resulta efectivo poner
sólo el foco en una milésima parte de las posibilidades educativas?, ¿podemos
constatar que avanzamos actuando de esta forma?, ¿disfrutamos hoy los docentes
de la educación?.
Ni
que decir tiene que el desarrollo personal (social y emocional) de los alumnos
es un factor que no puede ser dejado exclusivamente a la responsabilidad de los
profesores, ni de los proyectos de cada centro educativo. Debería formar parte
de las políticas educacionales, que determinaran acciones específicas para los
diferentes contextos escolares en relación con el desarrollo personal de los
alumnos. Sin duda la creación de un clima social que favorezca el desarrollo
personal de los alumnos plantea exigencias para los docentes. El desarrollo
personal de los alumnos pasa por el desarrollo personal de los docentes y es
prioritario promover iniciativas que permitan ese desarrollo a través de una
formación continua del profesorado. Al fin y al cabo el profesor adoptaría un
rol como formador de la personalidad de sus alumnos, como motivador y guía de
sus propósitos educativos y en un futuro laborales. Sinceramente, no considero
que deba ser quien se dedique únicamente a entregar conocimientos.
Estado deseado
Equilibrio Emocional y Racional
Creo
que tenemos algo que decir quienes, sin apenas ser conscientes, entregamos al
alumno una imagen de nosotros mismos, de nuestras actitudes y de nuestras
competencias. Es evidente que dentro de este concepto educativo la figura del
profesor es fundamental, el profesor del futuro o el de ahora debe atender no
sólo al desarrollo intelectual de los alumnos, sino que debe ser consciente de
la necesidad de trabajar la parte emocional. El nuevo papel del profesor debe
partir de la concepción de que no es el único responsable de impartir
conocimiento, ya que en la sociedad actual el conocimiento lo compartimos
especialmente en Internet, o en los distintos soportes socio-comunitarios
(Familia, Asociaciones,….). El conocimiento no gira en torno a la figura del
docente; es por ello que este debe convertirse en un mediador del aprendizaje
de sus alumnos o debe compartir su aprendizaje con el de sus alumnos, generando
de esta forma verdaderas comunidades de aprendizaje. Bajo este concepto, debe
ser una persona con grandes habilidades tecnológicas y el utilizar las nuevas
tecnologías le permitirá acercarse al deseado modelo de educación personalizada,
con el fin de adaptar los contenidos al ritmo de aprendizaje individual de cada
alumno.
Para hacer efectivo el modelo que propongo de “Centros con Talento”, es necesario empezar por abrir el corazón de los estudiantes, y hacerlo respetando su diversidad, para lo que debemos partir de las cosas que tienen en común y éstas son las emociones, los sentimientos. En definitiva, el futuro de todo modelo educativo pasa por aprender a gestionar la diversidad de etnias, de las culturas, desde un ámbito socioemocional consciente de que manejando las competencias emocionales permitiremos enseñar a nuestros alumnos un mundo de mayor optimismo.
Robinson decía que la escuela de hoy mataba la creatividad. En un demoledor informe nos decía que el sistema educativo actual debe preparar a aquellos jóvenes que dentro de 65 años se jubilarán, y debe hacerlo en “un contexto en el que no sabemos qué va a pasar dentro de 5 años”, es decir, en un contexto de IMPREVISIBILIDAD, típica de un sistema que de forma permanente está cambiando.
Informe Robinson
Si analizamos el sistema actual, veremos que desde que el niño crece se le va educando “para que desarrolle su cabeza”, es decir, para que adquiera conocimientos, centrándonos más en la parte racional, cognitiva, en el SABER y de manera especial en ese Hemisferio Izquierdo (Racional), y nos olvidamos del Hemisferio Derecho (emocional), de tal forma que sólo obtienen premios, puntos, notas; aquellos que suelen hacer los deberes, son los ganadores, y son los que suelen llegar a lo más alto. Son personas que toman decisiones únicamente con su cabeza (con su razón); su cuerpo, su CORAZON, sólo sirven para transportar a la misma. El sistema educativo actual se basa en las capacidades académicas y aunque permite abrir las puertas a otras competencias, las abre de puntillas, sin dar paso a las llamadas competencias emocionales, que sólo de manera objetiva y clara incorpora la comunidad de Castilla-La Mancha.
En definitiva, nos encontramos en una situación donde de una vez por todas debería triunfar el debate educativo sobre el debate político, para romper con la dinámica recurrente en la que los intereses políticos hipotecan al sistema educativo, para desgracia de tantos y tanto jóvenes y adolescentes.
Me
gustaría concluir diciendo que en este siglo XXI y ante los nuevos retos
sociales, en muchos casos propiciados por la crisis, está en nosotros fomentar
un modelo educativo basado en lo que llamo “CENTROS
CON TALENTO”, entendiendo por tales los centros que son capaces de trabajar
la inteligencia emocional y la inteligencia racional, dos tipos de inteligencia
necesarias para educar en el logro.
Muchos
autores afirman que la Inteligencia Emocional debe ser la base, puesto que ésta
potencia la inteligencia racional, provocando una disposición en la persona
para alcanzar el objetivo o la meta deseada. Por ello, cuando adaptamos las
tareas a las capacidades de nuestros alumnos, éstos entran en un nivel en el
que fluyen (disfrutan de ella y se plantean retos). Si la tarea está por encima
de sus capacidades genera ansiedad; si está por debajo, aburrimiento. Sin
embargo, al adaptar los contenidos (razón) a las necesidades de los alumnos,
orientamos hacia la consecución de metas y promovemos que sean más felices, no
se aburrirán ni estarán sometidos a un permanente estrés que les lleve al
abandono prematuro del sistema educativo.
Me
gustaría concluir diciendo que los “CENTROS
CON TALENTO” deben ver a la persona como un todo, no deben fijarse sólo en
la cabeza donde incorporamos conocimientos (SABER), se debe ampliar el campo de
visión y contemplar además el corazón (SABER SER) para tener en cuenta todas
aquellas aptitudes y motivaciones que nos permiten orientarnos a la acción y
nos generan estados de ánimos favorecedores del aprendizaje relacional. Y, por
último, deberíamos incorporar el aprendizaje en estrategias basadas en el SABER
HACER, es decir, desarrollar habilidades, destrezas y técnicas que permitan
poder gestionar todo el talento que tienen los jóvenes, lo que les va a
permitir enfrentarse al mundo laboral de manera efectiva.
Gráficamente me gustaría expresarlo de la siguiente forma:
Estado deseado Equilibrio
Emocional y Racional |
Estado NO
deseado Desequilibrio
emocional o racional |
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